
Que Aguilar, que Passarella, que los jugadores o los técnicos. Se pueden buscar miles de culpables y todos tienen una parte de la responsabilidad. Pero la causa esta a la vista. River renuncio a su historia. La traicionó. Se olvido de ella y fue un equipo cualquiera del fútbol argentino. Se olvido de la pelota y de jugar. Se buscaron resultados sin ninguna idea o proyecto detrás. El final era evitable pero entendible.
Hay que reconocer, también, que se dio todo en contra. Todas las circunstancias posibles, para que el millo baje de categoría, se dieron en estos tres años. Brujerías o maldiciones. No se sabe. Pero así como Boca perdió un tricampeonato increíblemente. River se fue a la B casi sin darse cuenta. Sin tan solo Quilmes embocaba un gol frente a Olimpo, seria otra historia.
Tiempo de hacer el duelo (los que lo tengan que hacer) y pensar en el futuro. Porque esto sigue. River es demasiado grande para desaparecer por un descenso. Hay que volver a las fuentes y pensar en optimismo. El fútbol en Argentina se muere por proyectos cortoplacistas y dirigentes sin ideas. Hay que parar la pelota, pensar bien, y armar un equipo que juegue lo mas parecido posible a River. Un torneo largo dará la chance de ser mas pacientes en lo que viene.
Que nadie se confunda. River siempre será el club más grande del país. Sus 110 años no fueron en vano. Esto no quita nada. 33 campeonatos ganados y 15 millones de hinchas lo respaldarán siempre. River cayó por olvidarse de eso. Por jugar como uno más. River es River. Y se va a levantar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario