Finalmente una hinchada del fútbol argentino se reveló contra los barras. Los hinchas de Independiente, que ayer insultaron y repudiaron a los violentos, fueron los primeros que se animaron y así, dieron el puntapié para un cambio cultural del fútbol en nuestro país.
Es imposible imaginar que desde las dirigencias o desde los gobiernos, se luche para erradicar a estos personajes. Pero, por lo menos, el hincha tiene la oportunidad de no ser cómplice. En la mayoría de los casos, el hincha común se camufla y, de alguna manera, avala a la barra. Con el sólo hecho de escuchar las letras de las canciones solo cantarían los barras.
En River también pasa. Sin tener en cuenta los enfrentamientos de 2007 y 2008, donde el millo hasta jugó con la popular inhabilitada, muchos hinchas seguían victoriando la entrada de los caracterizados. En los últimos partidos, cuando la barra quería insultar, la Sivori baja en varias oportunidades le hizo frente en muestra del cansancio acumulado.
Tal vez lo recomendable no es enfrentarse desde los insultos porque la represalia puede generar aun más violencia, como les pasó a los del rojo de la popular sur. Tampoco lo ideal sería dejar de ir a la cancha porque se estaría tirando la toalla. Al margen de que se les acabaría el negocio, se les estaría dando el fútbol. Y el fútbol es del que paga la entrada y se va contento si su equipo gana y triste si su equipo pierde. El primer paso sería dejar de seguirles la corriente. Que queden solos cantando sus canciones mafiosas.
Lo de Independiente es un ejemplo para todo el fútbol argentino. Un puntapié, tal vez, para empezar a dar vuelta el partido cultural.
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