River
derrotó a Almirante Brown 2-0 en el Monumental y recuperó su merecido lugar en la Primera División del fútbol argentino.
La figura de David Trezeguet quedará en la historia por el doblete que le da al
Millo el último paso en su largo camino de 38 fechas. Tarde de
mucha emosión en Nuñez. De desahogo. De tantas lagrimas como en aquel
26 de junio de 2011 pero que esta vez, son de alegría y de alivio.
La historia de uno
de los clubes mas prestigiosos del mundo se vio manchada por un hecho deportivo
lamentable que hizo perder a la institución la identidad que tenía.
El verdadero River jamás hubiese descendido. El verdadero River jamás hubiese
bajado del tercer puesto. Pero las cosas se hicieron mal y lo imposible pasó.
Desde ahí, nada era fácil. Si el Millo no se mantuvo en Primera por su
camiseta, tampoco iba a subir sencillo por sus extensos laureles.
Ante opiniones
encontradas entre los que querían un equipo capaz de ser campeón en cualquier categoría
y con jugadores de jerarquía y los que preferían un plantel conformado por
jugadores del ascenso (porque se dijo), Daniel Passarella optó por la primera opción
y apostó fuerte al nombrar a Matías Almeyda como entrenador: un símbolo del
descenso, pero con la personalidad suficiente para dejar todo por una revancha.
La grandeza de River
empezó a relucir cuando muy buenos jugadores surgidos de la casa resignaron
dinero y posibilidades futbolísticas para darle una mano al club. El caso de
Alejandro Domínguez y Fernando Cavenaghi son claves para entender el rápido regreso.
Con ellos, el nuevo plantel comenzó a jerarquizarse. Carlos Sánchez, de buen
rendimiento en Godoy Cruz y Martín Aguirre, en Olimpo, sumaron con un perfil
bajo, pero con la calidad para jugar en River.
Mediaticamente el
Millo también recuperó ese protagonismo que parecía perdido. Un partido de
River en el ascenso ya era mas noticia que cualquier encuentro de Primera. El rating de las transmisiones de la televisión oficial reflejaban el interés general por ver al
mas grande en una situación insólita. Desde la tribuna, los hinchas
reaccionaron igual y en cada provincia, cada ciudad, River generó una pequeña revolución.
Tanto que desde la AFA
aceptaron a los visitantes en el Torneo Nacional. Además, el Monumental siempre
se llenó.
Esa expectativa se
tradujo en responsabilidad y esa responsabilidad, en presión. Al plantel no le
fue fácil. Toda la curiosidad que River había despertado en este año,
desaparecería si tocaba jugar otro año en el ascenso. Ese golpe de grandeza con
el que contó el club, no aguantaría dos años en la B. Y el equipo lo sintió. Muy
buen comienzo en la primera rueda (marcando goles y jugando bien) y un final
irregular en diciembre que lo dejo 2º. De
todas maneras, River nunca salio de zona de ascenso. Desde la fecha 1 a la 38. No bajó del 2º
puesto.
Si
en el primer semestre Cavenaghi y Domínguez se habían puesto el equipo al
hombro, en el segundo apareció un ex campeón del mundo, David Trezeguet. En la
historia, esa que se contará en los libros del fútbol, será imposible no leer
que la llegada del francés fue fundamental para que el objetivo se logre. Él
bancó el bajón futbolístico de los referentes. 13 goles en 18 partidos.
El mundo River se vio dividido por una cuestión
que se vio terminada ayer: ¿se debía o no festejar el ascenso? ¿Es meritorio
ascender con River?. Lo visto en el Monumental dejó claro que si. Se festejo y
mucho. El hincha lo vio como el primer paso hacia la resurrección.
La gloriosa historia del club tuvo un impass
de un año. El futuro promete ser distinto. En Primera o en el Nacional, River
le agarro costumbre al triunfo. Las paupérrimas campañas con las que descendió
quedaron lejos. Los pibes de las inferiores piden pista. Si se mantiene la base
y con el nivel actual del fútbol argentino, no sorprenderá ver al Millo en la
pelea de próximos torneos.
Por último, agradecer tanto esfuerzo. El
bancarse tanta responsabilidad de devolver a River a Primera. El hincha también
hizo su parte y se vio recompensado. El apoyo y la actitud no deben cambiar.
Pueda nacer una etapa llena de alegrías, otra más en 111 años de gloria.
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