El equipo tiene buenos momentos. No es superado de principio a fin. Logra presionar bien y tener el control de la pelota en pasajes de los encuentros, pero la poca eficacia y peligrosidad que generan sus delanteros sumadas a la falta de solidez de defensiva, forman un contail letal para las aspiraciones de cualquier equipo. River ni ataca bien, ni defiende bien.
El encuentro ante Sevilla comenzó muy cuesta arriba con errores defensivos y con un rival enchufado. Después el Mas Grande controló la posesión de la pelota y paró el asedió del conjunto tricampeón de la Europa League. Un remate de Rodrigo Mora en una contra bien hecha por Gonzalo Martínez y un desborde de Camilo Mayada que rechazó Nicolás Pareja fue lo mejor que pudo producir River en ataque en esos primeros 45 minutos donde se lo vio bien plantado.

En sí, fue un tramite similar al de partidos como: Independiente del Valle en Quito, San Pablo en Brasil, San Lorenzo, Colón, Patronato, Sarmiento o Belgrano. River no fue superado claramente por su rival, pero errores puntuales y momentos de desatención inclinaron la balanza para que el resultado sea negativo.
En lo individual, hay rendimientos que siguen sin mejorar. O por lo menos no lo hicieron en la pretemporada. Los casos de Mora, Martínez, Leonardo Pisculichi, Sebastián Driussi o Joaquín Arzura forman parte de los jugadores que tuvieron un bajón pronunciado en su nivel en el primer semestre.

El factor anímico y la confianza puede ser claves para que el equipo no tenga esa fuerza para mantener su rendimiento en 90 minutos. Gallardo tendrá todavía dos semanas para empezar a competir oficialmente (31/7 ante Sportivo Rivadavia en Salta) y 32 para la ida de la Final de la Recopa ante Santa Fe. Será tal vez ese el punto de inflexión para que el Millo agarre tranquilidad y pueda ser el rival temible que supo ser.
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